Bodas de plata con el arte (I)

Bodas de plata con el arte (I)

Una revisión a la historia en 25 años del Macay

El Museo de Arte Contemporáneo Fernando García Ponce “Macay” cumple un cuarto de siglo. Con claridad recordamos el año 1994, el 3 de abril, cuando antes de la apertura oficial, en las salas situadas al costado norte y poniente, se instaló una exposición de muestra para que un puñado de invitados especiales y la prensa pudieran conocer el recinto, abierto al público el viernes 29 del mismo mes. Mucho tiempo ha pasado de cuando se presentaron las primeras salas: tres dedicadas a Fernando García Ponce, una a Fernando Castro Pacheco, una a Gabriel Ramírez Aznar y dos exposiciones temporales, una con obra de Juan O’Gorman y la otra de bordado yucateco coordinada por Silvia Terán Contreras.

A partir de 1995, el Museo se organizó paulatinamente hasta tener su propio ritmo y un plan de trabajo acorde con los tiempos; tanto al incorporarse a actividades que ya tenían tradición en Yucatán (el caso de “Abril, mes de la fotografía”, por ejemplo), como la invitación sucesiva y constante a galerías de alcance nacional como la de Juan Martín, Lourdes Sosa y Pecanins, por sólo mencionar tres, que a lo largo de este cuarto de siglo han traído a Yucatán muestras representativas de su acervo.

Igualmente, desde entonces hasta la fecha, el museo ha invitado a exponer a sus espacios a relevantes representantes mexicanos y extranjeros de las artes visuales. Una revisión “a vuelo de pájaro” incluye, además de los tres artistas con salas permanentes ya mencionados, nombres como Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, Álvar Carrillo Gil, Vicente Rojo, Juan Soriano, Chucho Reyes, Juan José Gurrola, José Luis Cuevas, Manuel Felguérez, Omar Rayo, Francisco Zúñiga, Alberto Gironella, Francisco Toledo, Yanni Pecannins, Federico Silva, Pedro Cervantes, Yvonne Domenge, Alfredo Zalce, Rosario Guillermo, Roger Von Gunten, Jorge Yázpik, María Lagunes, Manel Pujol… Las disciplinas expuestas incluyen pintura, escultura, gráfica, fotografía, dibujo, carteles, instalación, escultopintura, arteobjeto y una gran diversidad de vertientes expresivas y técnicas.

Por otra parte, también de manera recurrente se abrieron espacios a los artistas yucatecos de diferentes generaciones, tanto en exposiciones individuales como en las colectivas de pintura, gráfica y dibujo, incluyendo una sala dedicada a la Escuela Superior de Artes de Yucatán (ESAY).

Hay que recordar también que en aquellos primeros años, el pasaje escultórico era todavía un estacionamiento para transporte urbano y posteriormente un espacio para vehículos que compartía el propio museo con otros usuarios. Tuvieron que pasar siete años desde la apertura para que en el primer semestre de 2001, el Pasaje de la Revolución se convirtiera en un espacio escultórico contiguo al recinto y, luego 10 años más, para la segunda etapa de las obras de remozamiento del pasaje en la cual se incorporó el techo de policarbonato que tiene hasta la fecha. Para las nuevas generaciones (universitarios nacidos hace 20 años) aquel antiguo aspecto de abandono del callejón resulta distante e insólito.

Desde 1996 nació el programa “Un día en el Macay”, que recibe a niños de diferentes grados escolares y consiste en una visita guiada y didáctica que tuvo como referencia otros museos del mundo que tienen programas semejantes. Para muchos jóvenes yucatecos de hoy, la visita al Macay durante su infancia es, en muchas ocasiones, la única experiencia de esta naturaleza hasta llegar a la edad universitaria. A partir de esta dinámica se configuró posteriormente el proyecto de la Escuela Itinerante de Arte y otras actividades dirigidas especialmente a niños y jóvenes.— María Teresa Mézquita Méndez para El Macay en la Cultura

Fuentes: Diario de Yucatán