Los roles de género y el arte entreguerras de Hannah Höch

Los roles de género y el arte entreguerras de Hannah Höch

En todas las épocas y movimientos artísticos hemos podido distinguir marcados roles de género que han despertado el interés creativo, convirtiéndose en una temática abordada bajo las diferentes formas expresivas del arte.

La artista plástica alemana, Hannah Höch (1889-1978) creció bajo una estricta estructura familiar dentro la cual, el cumplir con su rol social como mujer, la llevó a abandonar su estudios a los 15 años, al nacer su hermana menor, para hacerse cargo de ella hasta que cumplió los seis años de edad.

En 1912 ingresa a la Escuela de Artes Aplicadas de Berlín-Charlottenburgy y un par de años más tarde consigue una beca para viajar a Colonia a la exposición Werkbund, donde la sorprende el estallido de la Primera Guerra Mundial.

Hannah logra regresar a Berlín en 1915, con una visión respecto al mundo totalmente transformada. Continúa sus estudios y conoce al artista y escritor Raoul Hausmann, con quien establece una relación sentimental por demás tormentosa y a la par productiva en el sentido de su formación artística. Es a través de él que surge su interés por el movimiento dadaísta berlinés al cual se incorpora en 1917, convirtiéndose en un caso excepcional, dada su condición de mujer.

Seducida por los cambios que experimentaba la figura femenina de su época, se convierte en una de las pioneras del fotomontaje como técnica de expresión, explorando conceptos de género y etnicidad de manera crítica e irónica. En 1922 se separa definitivamente de Hausmann y comienza a participar en exposiciones organizadas por “November gruppe”, un grupo de artistas alemanes de ideología radical.

Realiza múltiples viajes y en 1926 conoce en Holanda a la escritora Til Brugman, con quien inicia una relación sentimental que duraría cerca de nueve años. Continúa perfeccionando la técnica del fotomontaje que ya incorporaba el collage como parte de su obra artística y su trabajo como diseñadora. Sus recursos estilísticos: patrones de costura reciclados, fotografías y recortes de revistas, los cuales presentaban duras líneas de corte y una deliberada y forzada combinación entre ellos.

En 1937 se enfrenta a la persecución y censura nazi y mientras muchos de sus amigos y colegas dadaístas abandonan el país, ella permanece en Alemania, en su casa a las afueras de Berlín, donde creó un gran archivo dadaísta gracias al cual el movimiento sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial.

Durante esa época también termina su relación con Brugman y se casa con el pianista Kurt Matthies, quien la abandona en 1942. Tras la guerra reanuda contactos con el mundo del arte, participando en exposiciones, pero sin generar mucho interés por su obra. Había comenzado a explorar temáticas orgánicas de gran fuerza visual, como el “Álbum ilustrado” (1945) para el cual desarrolló diecinueve collages acompañados de rimas breves, donde dio vida a personajes como “Santavolanta”, “Pelochiribitas”, “Insatisfecto” y “Doña Prisas” en “un mundo fantástico poblado de plantas y animales exóticos”.

Es hasta los años setenta que llega el reconocimiento a su trayectoria. En 1976, dos años antes de su muerte, el Musée d’Art Moderne de la Ville de Paris celebró una gran retrospectiva que incluyó acuarelas, pinturas, fotomontajes y collages de la artista, una mujer cuyo proceso de creación marcó tendencia con un discurso vigente hasta hoy.- Aída Barrera Pino.

Fuentes: Diario de Yucatán