Si lo descomunal sorprende, cuando además está pleno de significados, unos evidentes, otros ocultos, el efecto indudablemente se magnifica. Así sucede con “Planos disfrazados”, instalación textil de la artista Beatriz Morales.
“Está espectacular”, se escuchó decir a una visitante del museo. Y probablemente ésa sea la reacción de quien llegue al expoforo y levante la vista hacia la pared sur y se deje llevar, en primer lugar, por la fascinación del escenario gigante y tridimensionalidad pródiga de “Kihaab” (fibra de henequén), pieza suspendida del techo.
Después, su mirada recorre el espacio y descubre “Kaan” (serpiente), lienzos teñidos y distribuidos con apariencia aleatoria, que en realidad tienen esa suerte de disposición cuidadosa de los escenarios teatrales que simulan lo espontáneo. Con observaciones como la anterior, el título “Planos disfrazados” cobra cada vez más sentido.
En la hoja de sala escrita por el curador Michel Blancsubé, leemos que Beatriz vive y radica desde hace varios años en Berlín, donde ha continuado su formación e investigación personal en pintura y diseño de moda. También, que es heredera de dos tendencias de vanguardia: el arte povera y la pintura industrial.
El texto explica la naturaleza mixta de la propuesta de la autora, la estructura de “Kihaab”: más de 80 metros cuadrados de puro textil, hecha de costales de yute con los nombres impresos de empresas regionales y que contuvieron diferentes granos, principalmente cacao. Y quizá lo más vital y al mismo tiempo más sensible de la pieza —por asir lo efímero— se conoce al saber que “las manchas de tela cosida sobre el yute reproducen las áreas sombreadas proyectadas sobre el tejido acostado en el pasto bajo árboles durante una tarde insolada en el estado de Hidalgo”, donde la artista trabajó con la colaboración de pobladores del municipio de Tepeji del Río.
Con todo este bagaje, la mirada sobre la voluminosa obra condensa aún más significados: más allá de sus exuberantes texturas, de las largas y tupidas guedejas de sosquil de henequén, de las pitas impresas y de la carga simbólica de las marcas de las sombras, el espectador reflexiona en el proceso y en el inefable encuentro con un objeto de tantas condensaciones semánticas.
La exposición se acompaña de un vídeo de poco más de ocho minutos de duración, dirigido por Benjamín Zombori, en el que se observa, sin diálogos, solo acompañado con sonidos ambientales y la música de Sion Trefor, el proceso del encuentro de la pieza con la naturaleza y el trabajo en colaboración con los pobladores. Es particularmente interesante observar el desplazamiento de “Kihaab” por el campo en manos de cinco hombres que al moverla a nivel de arrastre sobre el piso lucen diminutos desde la toma aérea, así como reconocer el encuentro mimético de ambas obras, la anterior y “Kaan también”, con diferentes escenarios naturales.
“Planos disfrazados”, realizada exprofeso por la autora para el expoforo del Museo Fernando García Ponce, estará en exhibición hasta finales de marzo, una oportunidad para el encuentro del espectador con el arte textil de grandes dimensiones y polisémicos alcances.— María Teresa Mézquita Méndez para “El Macay en la cultura”