En nuestra calles y ciudades se erigen monumentos que traen a la memoria grandes momentos y personajes de la Historia, muchos de los cuales, pese al impacto que provocan por su magnificencia, se ven envueltos en la rutina del transeúnte que comienza a obviar su presencia, llegando con ello incluso a pasar desapercibidos.
En una investigación iniciada por la curiosidad, la observación y las paradojas que conllevan las primeras referencias académicas y técnicas de lo que se conocía y actualmente se reconoce como monumento, la artista brasileña Néle Azevedo ha desarrollado el proyecto “Monumento mínimo”, con el que desarrolla una tesis en la que basa su trabajo de los últimos años. Opuesto a la escala monumental, “Monumento mínimo” de Néle Azevedo se compone por esculturas de veinte centímetros de alto que provocan la cercanía del espectador, quien reconoce la belleza y delicadeza en la proporción. Si bien los monumentos nos hablan de la Historia y mantienen vivo el recuerdo de héroes y circunstancias, proporcionando nombres, fechas y acontecimientos concretos, las piezas de Azevedo buscan incluir al observador anónimo; las esculturas no tienen rostros, ya que con ello la artista celebra una especie de homenaje al héroe presente en cada uno de nosotros.
Sin pedestales
En este trabajo tampoco existe los pedestales, las piezas se colocan directamente en el suelo y la naturaleza perdurable, típica de los materiales con los que son construidos los monumentos es sustituida por esculturas de hielo, como un referente a que nada es eterno. Las piezas se van derritiendo en un tiempo aproximado de treinta minutos, tiempo en el que el espectador disfruta una experiencia única e intransferible, como la vida misma.
“Monumento mínimo” ha intervenido el espacio público de diferentes países: Cuba, Francia, Brasil, Japón, Alemania. En sus primeras intervenciones en 2004, Néle trabajó de manera anónima interviniendo el espacio en solitario, los lugares elegidos para colocar las piezas eran seleccionados por su significado histórico o por ser referente de la arquitectura contemporánea. Los siguientes años pasó de lo individual a lo colectivo, los medios comenzaron a poner atención a su trabajo saliendo entonces del anonimato. Con la ayuda de su equipo de trabajo logró realizar y colocar alrededor de 300 esculturas por intervención, los espacios elegidos en esa etapa estaban relacionados con los puntos de convivencia social, lo cual provocó que su trabajo evolucionara incluyendo en su proceso al espectador, que se convirtió en activo partícipe de las intervenciones urbanas de la artista, las cuales lograron alcanzar números mayores a las mil esculturas por acción.
El trabajo de Néle Azevedo para “Monumento mínimo” ha servido de referente no sólo para reflexionar sobre el actual significado del monumento, sino también para homenajear a los héroes anónimos de las guerras o incluso para apoyar campañas que conciencian a la población sobre los efectos de los cambios climáticos. Para realizar sus pequeñas figuras de hielo, la artista utiliza moldes que permiten su reproducción en serie. Cada escultura es retocada individualmente antes de ser empacada y preparada para su instalación. En su transportación y montaje interviene no sólo Néle sino todo el público que convoca a sus intervenciones urbanas.
La cantidad de esculturas utilizadas varía de acuerdo con el espacio que se quiere intervenir. Resulta curioso cómo ha logrado conquistar la monumentalidad a partir de la réplica de su escultura mínima y la participación colectiva. Para conocer más de Néle Azevedo visita www.neleazevedo.com.br.- Aída Barrera Pino