Las denominan guerras por la paz, por la Patria, por el honor de algún despistado Dios, por lo regular, no son más que enormes fábricas de riquezas materiales para surtir a la avaricia de los que poseen la ilusión del poder en un determinado momento histórico. Bien dijo en alguna ocasión Lord Antón que “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Y ningún poderoso se salva de tal consigna, que suele sobrevenir en frecuentes destrucciones masivas y genocidios. Se trata de guerras en las que, bajo la consigna del libre mercado, la vida misma tiene un precio sujeto a la libre especulación.
Pero, ¿cómo llegamos a este siniestro páramo? En gran parte se debe a nuestra perpetua incapacidad de no aprender de la historia, de no comprender que podemos cambiar nuestros errores del pasado. Vivimos inmersos en un sistema en el cual sólo importa la oferta, la demanda y la plusvalía, tan sólo para el beneficio de unos cuantos individuos: se trata de un sistema económico infinitamente canalla.
Y en un mundo donde el dinero es verdadera religión, aún habremos de sufrir el largo proceso de defunción de este inútil y deshumanizado sistema, el cual uso como tema en la evolución creativa. Esta serie de obras, realizadas en diversas disciplinas artísticas, en su conjunto componen lo que denomino: Bisnes de la Guerra. Se trata de diversidad de pinturas, dibujos y esculturas que responden al diseño de campos de batallas, formas soñadas en colores, conceptos basados en emociones reveladoras, que vibran y coexisten entre la luz y la oscuridad. Todas las obras están realizadas bajo un método rigurosamente libre y en constante metamorfosis, lo cual me lleva a la enigmática pregunta: ¿para qué sirve el arte?
El arte, antigua palabra que viene del sánscrito y significa “haciendo”, se ha usado a lo largo de la historia como un arma política del poder. Por ello, los artistas somos quienes tenemos como firme misión lograr un arte al servicio de la mayoría. Después de 38 años de inquebrantable metamorfosis, con mi trabajo artístico puedo constatar que, dentro de los límites del formato de una obra, no hay imposibles; sólo se trata de abrir intrincados senderos que conduzcan a nuevos y luminosos horizontes. En esta particular vorágine creativa busco reubicar la mirada del espectador en un mundo artísticamente legítimo y libre de basura visual, y provocar visiones no exentas de sus propias crisis creativas, pero claramente en contra de la corrupción, la impunidad y la destrucción masiva de nuestro medio ambiente.
Sobre diversos soportes y formatos, tallo, mancho, rasco y vuelvo a pintar, sólo para reivindicar que, en la dinámica de esta serie de obras, nada se debe a la casualidad o a una trivial improvisación. Durante los últimos años, desarrollé una red de intrincadas inconclusiones y acertadas colusiones, las cuales tienen como misión convertir al flagelo de la guerra en Arte. Creo firmemente que la fuerza crítica de todo arte comprometido puede combatir, al menos en la conciencia del posible espectador, la abyecta pretensión del poder de destruirlo todo, tan sólo por la obtusa avaricia especulativa.
David Sierra, 2016.