Este proyecto de instalación-cerámica fue creado en los ámbitos conceptuales de la cerca y/o el límite, y bajo la consideración de la plasticidad de la malla ciclónica, recuperando el tejido de diamante como ícono sobreviviente de finales del siglo XIX y también como representación de la estructura del Tzolkin (versión maya del sincronario o ciclo sagrado de 260 días). Parte de las primeras aproximaciones al proyecto surgieron en la paradoja y/o encrucijada que brinda el lenguaje y su cotidianidad. La diferencia fonética de maya y malla es mínima, y, en la acepción cotidiana de cultura maya al referirse obviamente a la cultura ancestral de Mesoamérica, provoca un espacio donde confluye la palabra como referente histórico y como cerca delimitadora.
La malla ciclónica, es parte de nuestra cotidianidad y reflejo de nuestra cultura global. La sistematización industrial del muro flexible, aparentemente hueco y franqueable, mas allá de la delimitación física y la adaptabilidad, señala nuestra ánimo al límite como cultura que ansía su determinación a partir de acotar. La realidad contemporánea se hilvana por mallas; algunas filtran y otras bloquean; algunas conectan y muchas aíslan. La libertad y/o el espacio habitable no siempre coinciden en un mismo momento, pero pareciera que su validez dependiera de qué tan cerca y/o visible es la siguiente cerca delimitadora.
Ricardo Pinto
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Cultura malla
Sala 8 bis