El tiempo que nos queda libre
Si tuviéramos la cultura o la disciplina de emplear el tiempo que nos queda libre, luego de cumplir con el trabajo, las relaciones sociales, las familiares, el sueño, las comidas y el descanso; si dedicáramos 10, 20 ó 30 minutos en alguna actividad, como el deporte, el canto, la pintura, la música, algunas reparaciones o el mantenimiento del hogar, o el fomento de un jardín o un huerto familiar, la lectura de algún libro, la colección de estampillas, etcétera, dos, tres o más días a la semana dedicados a cualquiera de las tareas anteriores, entonces tendríamos una vida más interesante, y sin estrés. Yo ocupo mi tiempo libre en el tallado de maderas de mora, jabín, roble, cedro o zapote.
En septiembre de 1988, hice mi primer tallado en un tronco de zapote, que había sido quebrado por el viento. Pasaron los años y, en 1997, empecé a aprovechar el tiempo que a todos nos queda libre. Fue así como anduve buscando troncos y maderas, que amigos y conocidos tiraban o quemaban porque les perjudican, y que habían sobrado de alguna construcción, la limpieza de sus patios o terrenos que dedican a la agricultura. Del primer tallado por curiosidad a la fecha, he logrado, entre pequeños, medianos y grandes, más de 50 piezas. Por ello, deseo y hago votos porque esta pequeña muestra de tallados sirva como un motivador y encuentren algo que esté de acuerdo con su tiempo libre.
Felipe Juárez Silva