Fernando García Ponce: aniversarios

Fernando García Ponce: aniversarios

“Nueve pintores mexicanos”, un libro fundamental

El sábado pasado, 25 de agosto, se cumplieron 85 años del natalicio de Fernando García Ponce. Como parte del ciclo “Legado y permanencia de tres pintores yucatecos” que organiza el Macay, ese mismo día se realizaron las “Rutas garciaponcescas” a cargo de la arquitecta doctora Elvia González Canto y en las que se pudo conocer mejor la faceta de arquitecto de Fernando recorriendo varias residencias locales que él diseñó en sus primeros años profesionales.

Este año también se cumplen 50 de la publicación del libro de Juan García Ponce “Nueve pintores mexicanos”, cuya primera edición fue en 1968 y que protagonizará los diálogos, ponencias y reflexiones en el próximo Coloquio Cevidi, “Precursores, espacios y momentos de la Ruptura”, que se celebrará los días 6 y 7 de septiembre en el Macay.

Como se sabe, “Nueve pintores mexicanos” es un libro en el que Juan García Ponce teoriza sobre los estilos, las influencias y las particularidades de los nueve artistas incluidos. Además de Fernando, en la publicación aparecen Lilia Carrillo, Vicente Rojo, Gabriel Ramírez Aznar, Manuel Felguérez, Alberto Gironella, Roger von Gunten, Francisco Corzas y Arnaldo Cohen.

Buen pretexto este doble aniversario para recordar al pintor yucateco fallecido prematuramente y también lo que dice de él la obra escrita y en la cual él mismo es uno de los nueve protagonistas. ¿Cómo era la obra de aquel Fernando de hace 50 años? ¿Cómo la del Fernando de los últimos días, fallecido hace tres décadas?

Para el escritor, el trabajo pictórico del creador de uno de los “Murales de Osaka” tiene unas características muy claras, una de ellas es el rigor con cierta influencia de la vertiente analítica del cubismo; otra, el equilibrio entre pasión e inteligencia. En su pintura, escribió Juan, “… cambiaba el sentido de los objetos, apartándolos de toda emoción que no fuera la de su propio equilibrio en el espacio neutro de la tela”. De un lienzo, explicaba, en el que desaparecerían muy pronto los objetos para ceder espacio a la forma, en un proceso que recuerda mucho la que podemos llamar “epifanía formal” que le llegó a Kandinsky cuando manifestó aquello de que “el objeto se desacreditó por completo en mis pinturas”.

Otra característica más, dice Juan, es el logro de enfrentarse al espacio vacío de la tela “con plena conciencia de que ésta es la realidad última” del todo liberada de cualquier referencia directa a un modelo natural, de manera que Fernando acometía sus cuadros plenamente desligados de cualquier referente externo que no fuese su propia noción de lo auténtico, mucho más allá de la “apariencia de realidad que puede proporcionar la figuración, para llegar a otra verdad”. Una “otra verdad” que se convirtió en el fin último de García Ponce, quien aisló el espacio puro de su tela vacía, de su lienzo como el ámbito de lo inexistente y en el que expresó en ese espacio virgen a través del color y la forma el nacimiento de una imagen que niega el vacío y se convierte “en espíritu manifiesto, en espíritu que habla con el lenguaje que (las formas) le prestan”. Finalmente, el texto advierte que el único sentimiento que se expresa en ese proceso creativo frente al lienzo en blanco es el de la razón que da lugar a una forma, que a su vez es dominada y sometida por la voluntad creadora que da lugar a cuadros plenamente vivos, de gran sabiduría formal y equilibrio secreto y pleno.

Ese Fernando de 35 años de edad, de abundante barba y bigote; ése que posa para la cámara de Héctor García con las manos en los bolsillos y se encuentra en plena y lúcida evolución estilística, es a quien recordamos, junto con los otros protagonistas de La Ruptura, en la conmemoración cincuentenaria de “Nueve pintores mexicanos”, libro fundamental, piedra de toque de una emergente y vertebral generación de artistas de nuestro país.— María Teresa Mézquita Méndez para “El Macay en la cultura”

Fuentes: Diario de Yucatán