En vuelo, de lo divino al terror

En vuelo, de lo divino al terror

Nierman muestra sentimientos de color en el Macay

A 33 mil pies de altura los trazos de la pintura fluyen de una manera distinta; se cuelgan de emociones que van de lo elemental a lo extremo, y así el aire, las nubes, pájaros y ruido insistente de un motor se puede transformar lo mismo en alegría que en una escena de miedo.

Todo lo que se observa desde las alturas al mirar por la ventana de un avión es de una peculiar belleza porque se está más cerca de Dios, señala Leonardo Nierman.

Y en las pinturas que integran la serie “Momento de vuelo” se nota ese sinfín de emociones, de momentos a veces dispersos y otros llanos, lo bello y lo que acaso causa temor…

Así son los trazos, el fluir de los colores y la fusión de las formas entremezcladas en las acuarelas que el pintor y escultor Leonardo Nierman presenta en el Macay.

Al mirarlas hay un intento por traducir el pensamiento del autor y encontrar el sentimiento que cada pieza resguarda, mirar detrás de cada línea y combinación de color, para saber si mientras volaba hacia algún destino tal vez pensaba en la ciudad a la que llegaría en un encuentro o una superación, en llegar al hogar o a un hotel, en asistir a un concierto o a un descanso placentero después de un largo viaje; o quizá simplemente la idea que le cruzaba por la cabeza era el deseo de estar en tierra firme.

Pero no. En sus obras que vieron la luz en largos vuelos de más de 17 horas tal vez haya mucho de esas ideas, pero no son producto del pensamiento de Nierman, pues él asegura que cuando pinta no piensa, simplemente se deja llevar. Tal como un chef le añade algún ingrediente al guiso que prepara, para mejorarlo y resaltar su sabor, así es Nierman con la pintura. “Le añado lo que el guisado necesita”, dice.Y es lógico que en pleno vuelo mucho de lo que le llega como intuición es el sentido de la vida y supervivencia. “En el aire no hay una llanta de refacción, por si se presenta un desperfecto, dice, y es así como de pronto se piensa en las aves, nubes y montaña, que apenas se advina por abajo. En síntesis la sensibilidad se hace presente.Son 80 piezas las que Leonardo Nierman muestra en la exposición, una serie que confiesa tenía olvidada porque las hizo hace 20 ó 30 años, durante sus largos viajes abordo de los aviones. Hoy ocupan el Expoforo en el interior del Macay.Hay una cosa que el pintor y escultor busca que tengan sus obras: emoción, si no la hay no tiene sentido, afirma. Es tan elemental que una pieza cause este sentimiento que cualquiera que ésta sea, que cuando la mira y siente que no la tiene, simplemente no la firma o se deshace de ésta.Y es que el causar algo a quien mira la obra es para el artista la forma de finalizar el trabajo. “No está lista hasta que alguien se detenga a mirarla”.Con un estilo único e inconfundible, algo difícil de conseguir en el mundo del arte, Nierman explica que cuando se es niño se quiere ser médico, capitán, marino, azafata y otras muchas pro fesiones u oficios, y al crecer muchos lograrán esos sueños, excepto cuando se trata del arte. “El hombre no es el que decide ser artista sino al revés, el arte escoge al hombre”.El tiene ese don o responsabilidad que le dió la vida, y por medio de su obra busca corresponder al plasmar un sinfin de emociones que tengan la fuerza para capturar la mirada de un individuo, despertar en él una sensación interna y den un tiempo de su vida para sumergirse en el profuso colorido de su mundo.- Iris Ceballos

Nierman | Detalles

Se confiesa melómano y la música su fiel compañera cuando realiza sus trabajos.

Género

Es un apasionado del género clásico y entre sus obras favoritas están las sinfonías de Bach y Beethoven, o la Op. 64 de Mendelsshon, que considera fue hecha por un ángel.

Toques juveniles

De vez en cuando se hace presente el jazz, la zarzuela y los tríos, que afloran su nostalgia y avivan los recuerdos.

Fuentes: Diario de Yucatán