Un privilegiado artista con 90 años cumplidos
Cumplir 90 años de edad en plena actividad profesional, plena lucidez, es un privilegio reservado a muy pocos, a unos cuantos, seguramente escogidos, entre los que se encuentra Ermilo Torre Gamboa, decano de los pintores yucatecos y quien todavía convoca, desde su última exposición, a los sueños que vendrán.
Este pintor yucateco que ha presentado más de 50 exposiciones individuales ahora vuelve con su obra al Museo Fernando García Ponce-Macay, donde ha expuesto en ocasiones anteriores (tanto en las colectivas como en una individual en 1997) y quien ahora, en la sala 2, despliega una colección de trabajos al óleo producidos en diferentes tiempos, pero cuyo común denominador es el misterio y el elemento enigmático en sus personajes.
Su colorido, variado y al mismo tiempo controlado en matiz e intensidad, se caracteriza por los halos y veladuras cuidadosos, que han protagonizado desde siempre el trabajo del maestro; su pericia y disciplina y su constante poética y simbólica.
Sin embargo, el elemento adicional y particularmente atractivo que esta vez comparte el maestro Ermilo con el visitante lo constituye una serie de dibujos de corte académico, realizados por el autor en la primera mitad del siglo pasado, durante su formación como artista visual en la Europa de entonces. Uno de ellos, por ejemplo, es un autorretrato de Jacobo Robusti, “IlTintoretto” que el maestro reprodujo cuidadosamente en 1937.
Dibujos históricos
Qué hombre tan joven sería aquel Ermilo casi adolescente que descubría Europa y de quien hoy, en otros tiempos tan distintos a aquéllos, conocemos por vez primera esos dibujos realizados a mano, sin mayor intención que el ejercicio.
Sin lugar a dudas la colección es un documento histórico hoy emblemático de un tiempo específico y sus modos de ser y de hacer. Ese valor se transparenta en la emoción de Jorge Ermilo Espinosa Torre, nieto del artista y también ya reconocido como pintor, quien comparte su sentir en la hoja de sala, en la que relata: “Recientemente, mientras él (su abuelo) y yo nos sumergíamos en el casi insondable universo de las viejas bodegas de su estudio en la calle 21 de la colonia Buenavista, brincaron hacia nosotros unas cajas antiguas, misteriosas. En ella, para mi gran sorpresa, se encontraban decenas de dibujos, perfectamente conservados, hechos por Torre Gamboa cuando aún era simplemente Ermilo (.), cuando era un niño con el futuro por delante y el enorme deseo de viajar, descubrir, conocer, dibujar, pintar y vivir”.
Esta emoción que ya había compartido tiempo antes en las redes sociales hoy es compartida nuevamente por el espectador que puede observarlas y reconocer el trabajo realizado hace tanto tiempo. En suma, ver los dibujos de Torre Gamboa contribuye a que el espectador refuerce su noción del artista y de su vigencia a través de los años, fruto del trabajo constante y la formación ininterrumpida. Un artista que entonces muy joven visitaba los museos libreta en mano y trazaba bocetos, líneas y minuciosos detalles con los ojos nuevos y devoradores de las imágenes de los viejos maestros clásicos del Renacimiento, el Barroco, el Neoclásico y hoy aún mira con esa curiosidad e interés, con “ojo artístico” el mundo que se le ofrece, colorido y rico, en espera de su lienzo y su pincel.- María Teresa Mézquita Méndez